
(Composición Infobae: Visión del Perú N°4 / Difusión)
La Navidad ha sido un tema recurrente en la literatura, inspirando tanto poemas como cuentos que, aunque no siempre perduran a lo largo del tiempo, resurgen con fuerza durante la temporada festiva. En esta época, algunas de estas obras cobran relevancia y logran captar la atención de un sector de la población peruana que se siente atraído por la magia literaria de estas fechas.
En medio de las compras navideñas o la cena de Nochebuena, es poco probable que alguien se detenga a leer un poema navideño. Sin embargo, el 25 de diciembre, día feriado en el Perú, muchos amantes de la literatura podrían buscar en internet composiciones que evocan el espíritu de la Navidad. En esa jornada, hay tiempo para hacerlo, e incluso para compartir con los seres queridos las reflexiones que el autor intentó transmitir a través de sus versos.
Algunos podrían escribir el título específico de un poema en Google, mientras que otros, al no recordar el nombre exacto, elegirán buscar “poemas de Navidad de escritores peruanos”. Al hacerlo, aparecerán diversas composiciones literarias como “Noche buena mágica” de Juan Parra del Riego: “Te acuerdas, oh, madre, de la noche-buena / tan sentimental? / Yo aún miro la cena, / los hilos de plata que el árbol llovía. / Dios era en la casa / el buen campanero de aquella alegría”.

Es probable que en una página web también figuren los siguientes versos: “Amo la Navidad y sus zapatos llenos de inocencia, / el nacimiento que hiciera, adoradora, / la mano de mi madre, / el fervoroso pino, luminoso de ángeles / y el santo pan de dulce”. Estas líneas pertenecen a Alejandro Romualdo Valle.
Ambos escritores peruanos evocan la Navidad desde una mirada personal y alegre, una perspectiva que no siempre está presente en los literatos cuando abordan este tema en sus escritos. Prueba de ello es un poema inédito de César Vallejo, quien, en contraste, retrató una Navidad marcada por la tristeza.
En diciembre de 2024, un poema inédito de César Vallejo fue revelado por el investigador Wilmer Cutipa Luque. La obra, titulada “Navidad”, a simple vista podría evocar versos colmados de alegría y unión familiar. No obstante, al explorar sus versos, se desvela una reflexión intensa que cuestiona esa primera impresión.
Es apresurado afirmar que el poema de Vallejo es festivo, considerando que en la mayoría de sus composiciones más conocidas prevalecen los temas del dolor y la tristeza. Ejemplos de ello son “Los heraldos negros” y “A mi hermano Miguel”.

El poema en cuestión cuenta con 140 palabras y aborda temas presentes en su primer libro, “Los heraldos negros”. Esta composición inédita de Vallejo fue publicada meses después de que terminara de escribir todos los poemas de “Los heraldos negros” (1918), un intervalo breve que no influyó en las preocupaciones temáticas del autor.
Sin embargo, en algunos versos se aprecian rasgos vanguardistas, un movimiento literario que Vallejo exploró poco después de publicar “Los heraldos negros”. Por ejemplo, los versos no están estructurados en forma de poesía, sino en prosa. Además, se experimenta con el lenguaje en el siguiente verso: “hago tarde, llamo a dolor; campana, campana, campana!”.
El poema descubierto por el investigador Cutipa Luque estaba plasmado en las hojas amarillentas del diario La Prensa, correspondiente a la edición del miércoles 25 de diciembre de 1918. En ese año, Vallejo, nacido en Santiago de Chuco, residía en Lima y se desempeñaba como profesor, mientras escribía poemas de corte modernista con la esperanza de publicarlos algún día.

Es importante señalar que, en ese año, nuestro compatriota aún no había explorado el vanguardismo; sin embargo, este ya se había consolidado en Europa, y algunos destellos de ese movimiento comenzaban a percibirse en el Perú. Así, cuando escribió el poema “Navidad”, Vallejo ya estaba asimilando las características del vanguardismo.
Como se mencionó en párrafos anteriores, el poema “Navidad” presenta rasgos vanguardistas. Pero, ¿qué es el vanguardismo? Se trata de un movimiento artístico y literario del siglo XX que busca desafiar las tradiciones establecidas, explorando formas innovadoras de expresión. Se caracteriza por su espíritu experimental, el rechazo a las normas clásicas y la búsqueda de nuevas perspectivas.
En algunos versos del poema se perciben nuevas formas de expresión, así como el tema de la tristeza, un tópico recurrente en la poesía de Vallejo. A continuación, el poema inédito del vate peruano.
“Navidad”
Hoy vendrá Navidad.
Zambullido entre el ruido pegajoso de imbéciles caldeos y tirios anacrónicos, con mi imperial silencio, y asistido por mis feroces sueños invencibles, hago tarde, llamo a dolor; campana, campana, campana!
Hoy el níveo Noel, remoto hebreo, alucinantes las manos abuelas dejará en las camas de los niños pobres el juguete milagroso o el fragante bombón que el niño Jesús envía a sus amiguitos de aquí abajo.
Hoy vendrá Navidad; y vendrá triste en mí, muy triste en mis ojos pascuales de pastor solitario y perdido.
Así balaréis vosotras, ovejas mías, ovejas del señor, dulces gotas de leche de la Virgen María.

En el verso “hago tarde, llamo a dolor; campana, campana, campana!” se manifiesta una característica del vanguardismo: la exploración de formas innovadoras de expresión. Esta particularidad se refleja también en su poemario Trilce (1922). Otro rasgo de este movimiento es la escritura en prosa, que se puede apreciar en Navidad.
En cuanto a los temas, predominan la tristeza y el dolor. “Hoy vendrá Navidad; y vendrá triste en mí”, escribió Vallejo. Pero, ¿por qué expresó esto? No existen declaraciones directas del poeta sobre este tema en particular, pero es posible asociar algunos eventos que lo habrían motivado a escribir el poema.
Meses antes de que Navidad fuera publicado en La Prensa, la madre de Vallejo, María de los Santos Mendoza Gurrionero, falleció. Este hecho le causó una tristeza descomunal, que se habría intensificado en Nochebuena, cuando las familias se reúnen para compartir momentos de alegría.

Cabe destacar que el poeta dedicó el poema a su padre, a quien mostró su cariño y preocupación a través de una carta escrita el 2 de diciembre de 1918. En la misiva, le pide a su hermano Manuel, quien se encontraba en Santiago de Chuco, que cuide a su papá y lo califica como un “tesoro”.
En la vida de César Vallejo, la tristeza no fue un visitante ocasional, sino una sombra persistente que caminó a su lado. En distintas latitudes del mundo, su existencia fue un compendio de pérdidas: la precariedad de sus orígenes, el encierro injusto, el exilio perpetuo y la soledad que lo asfixiaba incluso entre multitudes.