Juan Emilio Gil Camacho, el jugador de fútbol sala oriundo de Almería, sorprendió al mundo del deporte en el año 2020 al anunciar un supuesto alistamiento en el ejército. Este movimiento, que llamó la atención de todos, resultó ser un engaño. En lugar de un cambio de rumbo profesional, fue una crisis personal oculta tras una decisión desesperada. En ese momento, el futbolista necesitaba un cambio, pero no quería que nadie lo supiera o no sabía como comunicarlo y optó por una medida desesperada.
En aquel entonces, Juan Emilio era parte esencial del Jimbee Cartagena, un equipo destacado del fútbol sala en España. El anuncio de su decisión generó una gran conmoción. Sin embargo, lo que parecía un paso inusual en su carrera era en realidad un reflejo de su lucha interna. “No sabía lo que me pasaba realmente y tomé el camino fácil de desaparecer radicalmente”, explicó el jugador a los medios oficiales de la Real Federación Española de Fútbol.
La presión de la carrera y las expectativas lo llevaron a un punto de agotamiento emocional. “Tenía que ir a entrenar y no quería ni levantarme. Ni siquiera levantarse resultaba motivador, mucho menos continuar con el entrenamiento”, admite Juan Emilio, describiendo su estado anímico en ese tumultuoso período. En su mente, la evitación parecía ser la única salida. La decisión de fingir su alistamiento respondía a una necesidad de escapatoria frente a una serie de dificultades personales. “No es que no quisiera, es que quería dejar el fútbol sala”, confiesa al recordar cómo la situación lo abrumó. En un acto impulsivo, optó por desaparecer sin dar explicaciones, pensando que volver sería inviable sin una salida drástica e inexplicable.
“Un chico de 21 años que le llaman y no va, por lo que sea, pero además sin dar explicaciones. Eso fue lo peor. Si lo explicas, igual te entienden, pero de esa manera pensaba que era inviable volver”, relata. A pesar de todo, el camino le otorgó una segunda oportunidad inesperada. “Al llamarme otra vez volví a nacer”, afirma Juan Emilio, viendo el regreso como un renacimiento en su vida profesional y personal. Lamenta ahora no haber tenido el valor de hablar abiertamente sobre sus emociones y conflictos internos. “Me arrepiento de no contar las cosas como tenía que contarlas”, reflexiona.
Actualmente, el jugador considera que se encuentra en su mejor momento. Su resurgimiento y su vuelta a la pasión por el fútbol sala le han dado una renovada vitalidad. “He tomado malas decisiones, pero hoy en día creo que me han hecho ser lo que soy ahora”, expresa, reconociendo que el aprendizaje surge incluso de los errores. La experiencia le ha enseñado sobre la importancia de no temer a pedir ayuda. “Creía que por pedir ayuda perdías valor y respeto, pero el respeto se pierde tomando malas decisiones”, comparte desde una nueva perspectiva de madurez. Este aprendizaje ha sido crucial para su evolución personal.
Los tatuajes en su piel son vestigios de esa etapa, y aunque uno de ellos permanece inacabado, Juan Emilio ha decidido dejarlo así, como un recordatorio de lo vivido. “Creo que me lo hice en una etapa que no fue buena y ahí debe quedarse”, comenta el jugador de fútbol sala.