

El pasado 27 de mayo, un conductor perdió el control de su vehículo en una serpenteante calle en Antibes, en la Costa Azul en Francia, por la que los coches suelen circular a bastante velocidad. Se trata de un carril por sentido y estrechas aceras que separan la vía de las viviendas.
Por una de esas aceras del bulevar Pierre Delmas, a la salida de una curva, caminaban Monia, de 43 años, y dos de sus hijas -tenía tres, de 12, 16 y 18 años-. El turismo embistió de frente a la madre, provocándole graves lesiones. Llegaron bomberos y sanitarios, que no pudieron hacer nada por salvar su vida.
Las hijas también resultaron heridas, víctimas igualmente del atropello, informa Nice-Matin, que ha hablado con la familia. De esta conversación se extrae una extrañeza, que es por qué el suceso ha tenido tan poco eco, por qué las autoridades, ni siquiera la policía, han hecho pública la noticia.
“¿Por qué nadie habla de esto? Como si intentaran ocultar algo“, sugieren. Los allegados de Monia sí conocen algunos detalles de las pesquisas, como que el conductor ”aparentemente, se quedó dormido al volante» y que dio negativo en los test de alcohol y drogas a los que fue sometido tras el atropello mortal.
“En el impacto, una de las hijas se fracturó las falanges del pie. Tiene yeso. Lo único que recuerda es un momento en blanco antes de ver a su madre tendida en el suelo”, declara una prima. “Está aquí, junto a mí, al teléfono. Estamos todos juntos para atravesar este trance. Es muy duro”, dice a Nice-Matin.
La indignación es mayor cuando se indica el lugar exacto del accidente, el mencionado bulevar Pierre Delmas, en particular la curva cerrada y sin visibilidad donde tuvo lugar. “En las rectas, la gente va a toda velocidad, realmente da miedo”, afirma un transeúnte.
Pero no se trataba de una mera sensación que quedó ahí. Ya en 2016, hace nueve años, los vecinos escribieron una carta al alcalde para que el ayuntamiento presupuestara la instalación de un sistema reductor de velocidad.
El consistorio respondió de forma afirmativa, aunque con una puntualización. Contestó que lo haría, si bien no en el lugar preciso indicado, a la salida de la curva, sino unos metros más arriba. Pero ni esto cumplió, justificando que ese dispositivo “solo tiene una eficacia puntual”.

El ayuntamiento se amparó también en motivos económicos, asegurando que los costes de la inversión y del mantenimiento eran muy elevados, así que se limitó a reforzar la señalización y las marcas viales y estableció un límite de velocidad de 30 kilómetros por hora que en la práctica no se respeta.
Tras el atropello y la muerte de Monia, que deja tres huérfanas, los vecinos han salido a la calle para exigir al municipio que actúe urgentemente con medidas “concretas y eficaces”. Piden reductores, radares, pasos peatonales seguros y visibles y una todavía mejor señalización.
Tras el funeral, la familia de Monia ha rogado a los vecinos que extremen la precaución, que “presten atención” en la calle. El ayuntamiento ya se ha puesto en contacto con ellos para tratar de calmar los ánimos, a la espera aún de un informe pericial completo del accidente.
La Fiscalía también espera información más precisa para tomar una decisión sobre el conductor.