
«Hay gente que se me acerca y me dice: ‘Uf, qué duro todo lo que te tocó pasar. ¿Tuviste depresión?’. No, no tuve depresión. Cero. ¿Qué querés que te diga? Al contrario. Yo la pasé bien porque pude hacer un montón de cosas que antes no hubiera podido. Obviamente, el primer mes me golpeó, especialmente por toda la repercusión que se generó con la prensa, el qué dirán. Después, ya está».
Nicolás Kicker le quita dramatismo a una situación traumática. Quiere evitar el tema, aunque resulte imposible no tocarlo -al menos- lateralmente. Y sorprende con sus declaraciones. Es que en enero de 2020, mientras cumplía una suspensión de tres años por arreglo de dos partidos en los Challengers de Padua y Barranquilla respectivamenteambos en 2015, confesó al borde de las lágrimas en un video difundido por la Unidad de Integridad del Tenis (TIU por sus siglas en inglés) el modus operandi de los apostadores y cómo y por qué decidió aceptar. Hoy, sin embargo, cambió el chip. Parece otra persona.
«Me arruiné la carrera, mi nombre en el circuito quedó manchado», había dicho en ese entonces, visiblemente angustiado, quien fue el número 78 del mundo en 2017 previo a alcanzar la tercera ronda del Abierto de Australia en 2018 y ser convocado ese mismo año por Daniel Orsanic para la serie ante Chile por la Zona Americana de la Copa Davis. Se lo notó especialmente afligido al contar las preguntas que su hijo le hacía al respecto de este tema tan sensible. Pero todo eso quedó atrás. Los buenos resultados, la suspensión, las alegrías y tristezas. Todo es pasado.
El oriundo de Merlo, de 33 años, quiere ahora olvidar ese capítulo negro de su historia y caminó con una sonrisa por los pasillos del Racket Club de Palermo, donde llegó hasta semifinales del Challenger de Buenos Aires antes de perder por 6-2 y 6-4 con Román Burruchaga, a la postre campeón. «Todos nos equivocamos y cometemos errores, pero ya está. Lo que hiciste, ya lo hiciste. Eso no se puede cambiar. Hay que aprender, corregir y seguir para adelante», le cuenta a Clarín en un rincón apartado del restaurante de este coqueto club porteño.
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El tenista fue suspendido por arreglar un partido.
-¿Qué hiciste durante la suspensión? ¿Dejaste de entrenarte en algún momento?
-¿Te cuento…? (risas). Sólo un mes dejé de entrenarme, que fue el primer mes. Después, hice de todo. Torneo de fútbol, torneo de pádel, gimnasio, corrí maratones. También corrí el Ecoaventura Merlo (NdR: se trata de un trail de 10 kilómetros en Río Alegre, en el Camino de la Ribera y Arquímedes). Estaba loco, imaginate. Si me decías de correr un Ironman, lo hacía.
-¿Eso te ayudó a no caer en pensamientos negativos?
-Totalmente. Yo estaba 70 del mundo y no podía ir a ver a mi nene a los actos, no lo podía ir a buscar al colegio porque estaba de torneo en torneo, no podía comer un asado con amigos. Todo eso está muy restringido porque te la pasás viajando. Uno dice: ‘Que lindo, se la pasa viajando’. Si, está bien, pero el argentino tiene una vida social muy importante y al jugar al tenis, con la mayor parte del circuito en Europa y Estados Unidos, se hace difícil. Vivís en la burbuja de los torneos y te olvidás de todo eso. Yo lo supe aprovechar en esos dos años y ocho meses que estuve suspendido.
Pasaron más de cuatro años del regreso de Nicolás Kicker al tour en el extinto ATP 250 de Córdoba, que en 2021 le ofreció una invitación especial. Fue con derrota en la primera ronda ante Facundo Bagnis. Recién un año más tarde pudo volver al cuadro principal de un torneo de esa categoría, como lucky loser, y se despidió en el debut en Santiago de Chile ante el brasileño Thiago Seyboth Wild. Desde entonces, no tuvo acción en el circuito grande del tenis, más allá de algunos tropiezos en la clasificación de diferentes certámenes, incluidos los cuatro Grand Slam. Y su mejor ranking post suspensión fue el 180 en 2022.
La realidad contrasta con la que tenía antes de esta larga inactividad, cuando había logrado la mejor victoria de su carrera ante Nick Kyrgios (19 del mundo en Lyon 2017) y proyectaba terminar el 2018 entre los 50 primeros de la clasificación. Ese año también llegó a la tercera ronda en el Masters 1000 de Indian Wells y dio batalla antes de caer en dos tiebreaks con Kevin Anderson, el número 9 y vigente finalista del US Open en ese entonces. Hoy, todo le cuesta el doble.
-¿Cómo lidiás con la dificultad de volver a ser, volver al top 100, medirte con los mejores, jugar los Grand Slam, volver a ese lugar que te habías ganado?
-Todas esas son experiencias que vas guardando en una cajita, pero ya pasó. Las cosas cambian, el tenis cambia. Si mirás el tenis de hace 15 años y mirás el tenis de Alcaraz y Sinner, cambió mucho. Cambiaron totalmente las condiciones y creo que hay que reinventarse todo el tiempo, seguir mejorando en lo físico, en lo tenístico, implementar nuevas armas. Va por ese lado. No se puede vivir del pasado. Uno es otro. Trato de enfocarme en lo diario. Obvio que quiero volver ahí, pero hay todo un proceso. Hay que ganar muchos partidos, tener mucha humildad, ir a los torneos y prepararte para luchar porque te toque quien te toque son todas finales. El nivel es muy parejo.
-¿Sentís que estás cerca de volver ahí?
-No lo sé, sinceramente. Quizá nunca lo logre, pero trato de enfocarme en lo diario para poder lograrlo. Si proyecto mucho, la ansiedad te vuelve loco. Empezás a pensar: ‘Si estoy 200 del mundo y se me complica un partido con este, ¿cómo voy a hacer para ganarle al número 20?’. Son conjeturas que no tienen sentido porque hoy estás peleando contra este flaco. Hay que tener la humildad de bancarte tres horas de partido contra el que sea porque todos te quieren ganar.
-¿Hay más paridad que antes en el circuito Challenger y en los Futures?
-No tengas duda. Antes había más diferencia de nivel. Hoy, los pibes juegan muy bien, le pegan todos muy fuerte, son todos mucho más profesionales, hay mucha más información. Hay chicos de 17 años que los ves y te sorprende el físico que tienen. Vas a un Future y la velocidad de pelota es muy alta. Cambió mucho. Son todos muy profesionales y creo que no hay que subestimar a nadie.
Kicker perdió con Román Burruchaga en semifinales del Challenger de Bs. As. Foto: Gonzalo Collini-¿Cómo fue para vos arrancar de cero después de una inactividad tan larga?
-Digo y repito que es muy importante enfocarse en el día a día y no dejar que la cabeza vuele mucho más allá, no tener grandes delirios. Por suerte tengo una familia que me apoya, tengo a mi hijo. Me enfoco en no mirar mucho para adelante ni tampoco hacia atrás. Lo que pasó ya pasó y lo que está por pasar no lo podés manipular. Lo único que tenemos es el hoy. Las pequeñas cosas del día a día son las que te mantienen en foco y creo que son las más importantes.
-¿En qué momento te agarró este Challenger de Buenos Aires tanto a nivel de tenis como en la confianza?
-Estoy mucho mejor. El año pasado me operé el codo derecho porque tenía el ligamento roto, me hacía juego entre las articulaciones y me producía mucho dolor. Y a esta altura del año estaba pidiendo wildcards para las qualies. Tuve que arrancar de cero y fue complicado, más que nada porque no podía jugar dos o tres partidos seguidos porque se me cargaba el codo. Los días de humedad me dolía, tenía problemas con las cuerdas, las pelotas. Hoy en día me puedo bancar tres torneos seguidos sin dolor y para mi eso ya es ganar.
-¿Tu hijo te va a ver a los partidos?
-Si, está acá. Es hermoso. Va a cumplir 13 años y ya entiende de tenis.
-¿Y juega? ¿Agarra la raqueta?
-No, juega al fútbol. Por suerte (risas). Y también al pádel. Estoy contento con este presente.
Kicker venció a Garín, Bagnis y Bueno antes de perder en semis del Challenger de Bs. As. con Burruchaga. Foto: Gonzalo Collini-¿Cuáles son tus objetivos de acá en adelante?
-Me resultan los objetivos a corto plazo. Las veces que me puse objetivos a largo plazo no me funcionaron, así que es ir pasito a pasito. No me pongo ningún objetivo de ranking. Obviamente, me encantaría jugar las qualies de los Grand Slam el año que viene, pero lo principal para mi hoy es tratar de jugar cuatro torneos seguidos y bancarmela física y mentalmente. Quiero ser más regular durante un año, no tan inconstante. Creo que después los resultados se van a ir dando.
-¿Lo más difícil para el tenista es lograr esa regularidad?
-Si. Y es duro cuando no la conseguís, especialmente después de algunas derrotas. Hay veces que perdés un partido y decís: ‘Este partido lo tenía que haber ganado, lo tenía que jugar de tal forma‘. Uno se hace una película que no existe. Por ejemplo, perdí en Villa María con ‘Herno’ (por Hernán) Casanova, al que le había ganado ocho veces seguidas. En ese club, además, gané tres Futures y un Challenger. Llegué con las expectativas muy altas y me ganó 6-3 y 6-2. Eso es lo que te golpea, es lo más duro de este deporte. Hay que arrancar todas las semanas.
-¿Más difícil de sobrellevar que la suspensión?
-La suspensión, el tema del codo… ya lo había aceptado y estaba en mi casa con mi familia, me entrenaba todos los días, tengo el club de mi familia. Sé que hay una vida después del tenis y me mantuve haciendo cosas. Al principio fue duro, pero ya está. Es lo que tengo hoy y lo supe sobrellevar.
