

Dick Cheney, ex vicepresidente de Estados Unidos durante la presidencia de George W. Bush entre 2001 y 2009, murió este lunes 3 de noviembre a los 84 años, según un comunicado emitido por su familia.
Cheney, considerado uno de los arquitectos de la llamada «guerra contra el terrorismo» y que fue clave en la guerra de Estados Unidos contra Irak, murió por complicaciones de una neumonía y problemas cardiovasculares, según el comunicado.
Discreto pero firme, Cheney sirvió a presidentes que eran padre e hijo, liderando las fuerzas armadas como jefe de defensa durante la Guerra del Golfo Pérsico con el presidente George H.W. Bush antes de regresar a la vida pública como vicepresidente del hijo de Bush, George W. Bush, de quien fue, en efecto, su director de operaciones.
Tuvo un papel, a menudo dominante, en la implementación de decisiones más importantes para el presidente y algunas de interés supremo para él mismo, todo mientras vivía con décadas de enfermedad cardíaca y, después de su mandato, un trasplante de corazón. Cheney defendió consistentemente las herramientas extraordinarias de vigilancia, detención e inquisición empleadas en respuesta a los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001.
Años después de dejar el cargo, se convirtió en un objetivo del presidente Donald Trump, especialmente después de que su hija, Liz Cheney, se alzara como la principal crítica y examinadora republicana de los desesperados intentos de Trump por mantenerse en el poder después de su derrota electoral y sus acciones en el motín del 6 de enero de 2021 en el Capitolio.
En un anuncio televisivo para su hija, Cheney afirmó que «en los 246 años de historia de nuestra nación, nunca ha habido un individuo que representara una mayor amenaza» para la república «que Donald Trump». Dijo que «intentó robar la última elección usando mentiras y violencia para mantenerse en el poder después de que los votantes lo rechazaran» y que era «un cobarde».
En un giro que los demócratas de su época nunca podrían haber imaginado, Dick Cheney dijo el año pasado que votaría por su candidata, Kamala Harris, en las elecciones presidenciales contra Trump.
Sobreviviente de cinco ataques cardíacos, Cheney pensó durante mucho tiempo que vivía con tiempo prestado y declaró en 2013 que ahora se despertaba cada mañana «con una sonrisa en mi rostro, agradecido por el regalo de otro día», una imagen extraña para una figura que siempre parecía estar en las barricadas. Tiempo antes reveló que había desactivado la función inalámbrica de su desfibrilador por temor a que los terroristas enviaran remotamente a su corazón una descarga fatal.
“Durante décadas, Dick Cheney sirvió a nuestra nación, desempeñando cargos como Jefe de Gabinete de la Casa Blanca, Congresista por Wyoming, Secretario de Defensa y Vicepresidente de los Estados Unidos”, señaló un comunicado de su familia.
“Dick Cheney fue un gran hombre que enseñó a sus hijos y nietos a amar a nuestro país y a vivir con valentía, honor, amor, bondad y a disfrutar de la pesca con mosca. Le estamos profundamente agradecidos por todo lo que hizo por nuestra nación. Y nos sentimos inmensamente afortunados de haber amado y haber sido amados por este noble e imponente hombre”.
Durante su mandato, la vicepresidencia dejó de ser un mero trámite ceremonial. Cheney la convirtió en una red de canales de comunicación informales desde los que influir en la política sobre Irak, el terrorismo, los poderes presidenciales, la energía y otros pilares de una agenda conservadora.
Con información de Associated Press
